Editorial

Desde hace muchos años, cada mes de enero el Gobierno de Cantabria rinde homenaje en el Día del Docente a los profesionales jubilados ese curso y edita un libro, este Vidas Maestras, en el que algunos profesionales nos hacen partícipes de algunos momentos de su trayectoria.
Este es el volumen más atípico de todos cuantos hayamos publicado. El curso 2019-2020 acabó en medio de una crisis sanitaria que nos obligó, por primera vez en nuestra historia, a suspender las clases presenciales en todos y cada uno de los centros educativos de Cantabria.
Y así, muchos de nuestros docentes culminasteis vuestra carrera profesional sentados, en  vuestras casas, frente a la pantalla de un ordenador. Como vosotros, miles de docentes cántabros hacían lo mismo cada día. Y, al otro lado, más de 90 000 alumnos para quienes, en aquellos momentos de incertidumbre, constituisteis una certeza imprescindible. Os supisteis adaptar, encontrar soluciones no siempre fáciles para dar a los alumnos y alumnas cántabros algo, en aquel momento, mucho más importante que el temario: la certeza de que seguíais ahí, de que su formación no paraba. La confianza en que, más pronto que tarde, volverían a las aulas. Volverían a sus vidas.
Fue el extraño broche a una carrera docente a la que os habéis consagrado y por la que, como consejera de Educación y Formación Profesional, os traslado el mayor de los agradecimientos en nombre del Gobierno de Cantabria. Lo hago sabiendo que el verdadero legado está en la impronta que habéis dejado en varias generaciones de cántabros, que gracias a vuestro trabajo son hoy ciudadanos más libres e iguales.
Porque al final, de esa trayectoria y de ese abrupto final, subyace una misma realidad: que la Educación es imprescindible y que vosotros constituís el pilar básico.